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LA PLURIVERSIDAD DEL FUTURO….

LA PLURIVERSIDAD DEL FUTURO….


[Por: Edward Pérez El ciudadano de la frontera      

Tendremos que hundirnos en la tierra de las historias una y otra vez, como los topos para recuperarlas, para nutrirlas y germinarlas, para pintar nuevos futuros, nuevas imágenes de lo que somos y de lo que podremos crear acerca de nosotros.

Surgimos sobre viento y marea, en medio del devenir en el cual no se nos tenía idea, construimos sobre el agua un país, se moldeó un fruto hasta producir una mazorca de maíz, en medio y a pesar de todo rasgamos el devenir y jamás podrá ser hilado a menos que desaparezca el país, el maíz, y el mundo. Hay una rasgadura siempre abierta por donde podremos subvertir el futuro.

Articular el pasado históricamente no significa reconocerlo “tal y como propiamente ha sido”. Significa apoderarse de un recuerdo que relampaguea en el instante de un peligro. Al materialismo histórico le toca retener una imagen del pasado como la que imprevistamente se presenta al sujeto histórico en el instante mismo del peligro y este amenaza tanto al patrimonio de la tradición como a sus propios receptores, para uno y otros él es uno y el mismo: a saber, convertirse en instrumento de la clase dominante. Así, en cada época es preciso intentar arrancar de nuevo la tradición al conformismo que siempre se halla a punto de avasallarla. El don de encender la chispa de la esperanza únicamente es inherente al historiógrafo que esté convencido de que ni los muertos estarán seguros ante el enemigo si es que este vence, y ese enemigo no ha cesado de vencer. (Benjamín, 2008: 307 y 308).

Es una necesidad imperiosa reafirmarnos en la recursividad de la historia, en la reinterpretación de los hechos y en la significación consensuada que de ella se revele, no en los marcos de una interpretación de un futuro que se alimenta de la guerra engendrando narrativas en pos de armas de destrucción masiva y de voluntades destructivas.

“El objetivo consiste en identificar ciertas estrategias, inversiones y acciones capaces de permitirnos mantener un cierto grado de control sobre nuestro destino” (Freedman, 2019:433). Cuando veamos volar naves futuristas en nuestros cielos habremos de dejar de ver aves volando, cuando las máquinas sean cotidianas en su caminar por las calles en ese momento habremos de dejar de ver a los animales correr libremente.

Cuando las máquinas se fusionen con el hombre, en ese momento la lucha no será entre proletarios y burgueses sino entre máquinas y seres humanos, y por supuesto las máquinas no surgirán de nuestro continente latinoamericano sino vendrán a colonizar en una segunda oleada desde oriente y medio oriente, ya ni siquiera desde occidente. La realidad se volverá virtual y lo virtual será la realidad, imaginar que somos libres cuando en verdad no lo somos sin o en dependencia de una máquina. La virtualidad es violencia contra la realidad pues la despoja de su historicidad. La virtualidad fomenta futuros construidos en la lógica de un programa de sociedad mundial que se adapte a los avances cibernéticos más que a los morales. Por tanto, la recursividad de la historia debe ser crítica al futuro que imaginamos como posible por la realidad virtual que nos introyectan. “La crítica de la violencia es ya la filosofía de su historia y es la filosofía de esa historia porque solo la idea de su desenlace hace posible una actitud crítica; una separadora y decisiva ante sus propios datos temporales” (Benjamín, 2010: 205).

 No se trata de romper la máquina sino sus fundamentos históricos y proyecciones futuristas. Impulsar nuevos futuros de la cibernética adecuados a la historia que como humanidad sería digno de vivir y más como latinoamericanos, pero siendo más que latinoamericanos, pues cabría preguntar ¿hasta qué grado somos en verdad latinoamericanos y por qué? responder es una necesidad antes de que la máquina determine la realidad que ha de vivirse, anticiparse a las necesidades e instintos que buscan ser satisfechos con narrativas antes que con alimentos en imágenes sensoriales.

 La necedad del hombre de ser eterno dará origen a un cerebro cibernético que romperá el devenir e impondrá sus fantasías virtuales a satisfacción de las mentes fragmentadas. Nosotros como latinoamericanos vemos el futuro inmóvil contra el cual chocaremos, ¿cuál es nuestra estrategia ante ello?.

La pluriversidad del futuro en la recursividad de la historia significa encontrar el futuro en las semillas de la historia, esas que están ocultas, como latinoamericanos no debemos creer en el futuro que nos dibujan virtualmente las grandes potencias mundiales. No necesitamos máquinas ni robots, ni ojivas nucleares, ni proyectiles supersónicos, necesitamos nuestros campos, nuestros montes, los lagos, los ríos, las selvas del Amazonas. Será por ello que queman lo que es parte de un futuro que no corresponde con el de ellos sino con el nuestro.

Arde el Amazonas, 2019, y con ello arden las semillas enterradas en la historia, universos se incineran bajo el devenir de un futuro donde no somos nada. Defender los montes, los bosques, el agua, la vida animal es defender algo de nosotros que no hemos recuperado. Nuestro futuro no es el de ser humanos, demasiado humano dice Nietzsche, sino el de ser monte, agua, animal, bosque, el de ser nuevamente hermanos del lobo, no ser el hombre lobo del hombre porque ello significa ser cazado por nuestra propia especie como son cazados los lobos a través de la historia y con ellos cazados los ecosistemas.

 El hombre rasga el devenir y trata de ser una piedra inmóvil en medio del tiempo, el centro del tiempo y, sin embargo, se mueve. El hombre no es el centro del tiempo, del futuro, ni del devenir, el hombre gira en el devenir, deviene, y su naturaleza no es ser universo de universos, sino ser animal otra vez. No es ser eterno, sino envejecer y morir, no es tener todo, sino que todo sea de todo. El problema es que son muy pocos quienes buscan esos futuros compartidos, esos pluriversos entretejidos, los pueblos latinoamericanos se han caracterizado por ser colonizados, por estar sometidos a voluntades externas, por estar sujetos a economías mundiales contra las cuales no pueden competir ni garantizar en consecuencia vidas dignas a sus poblaciones; pero también por darse las manos, que son nuestras propias manos, donde los otros somos nosotros, hermanados por una semilla perdida en el tiempo, que de vez en vez florecen con la lluvia que anuncia una tormenta, tormentas que con su fuerza vuelven a romper nuestros espacios y tiempos de hermanos.


 ¿Cómo romper esas fuerzas?


Las grandes historias las escriben las grandes mentes; los pensamientos de una época definen la relación de las fuerzas, sus dinámicas y trayectorias. No se trata de crear una utopía latinoamericana, se trata de subvertir el devenir de la historia y con ello emerger la pluriversidad organizativa bajo la premisa del apoyo mutuo ante la fuerza del devenir.

Bibliografía Lavinia Enid Espinosa Heredia Takuo Hozumi Moisés Zurita Zafra Universidad de Camagüey Ignacio Agramonte Loynaz (Cuba), Universidad Intercultural Indígena de Michoacán, Universidad Autónma Chapingo, Investigación en Ciencias y Humanidades, Instituto de Investigaciones Socioambientales, Educativas y Humanísticas para el Medio Rural En busca de un futuro. Congreso Internacional de Humanidades y Cultura. Compendio 2019 Benjamín, Walter (2008). “Sobre el concepto de historia”. En Benjamín, Walter. OBRAS libro I, vol. 2. (2010). Madrid: Abada Editores Benjamín, Walter (2009). “El autor como productor”. En Benjamín, Walter. OBRAS libro II, vol. 2. (2009). Madrid: Abada Editores. Benjamín, Walter (2010). “Hacia la crítica de la violencia”. En Benjamín, Walter. OBRAS libro II, vol. 1. (2010). Madrid: Abada Editores. Brzezinski, Zbigniew (1997). El gran tablero mundial. La supremacía estadounidense y sus imperativos geoestratégicos, México: Paidós. Freedman, Lawrence (2019). La Guerra Futura, España: Crítica. Mumford, Lewis (2014). Arte y técnica, España: Pepitas de calabaza.

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