Hacia más dosis, cuando proceda
La efectividad de vacunas contra infecciones virales comunes, incluyendo las que afectan el sistema respiratorio, suele depender de reforzamientos periódicos y en el país, seguramente, habrá que recurrir a ellos pero espaciándolos en el lapso que la mejor ciencia recomiende.
No cabe duda de que las autoridades de la sanidad dominicana están conscientes de ello, aunque se mostraran firmes en su decisión de proceder a corto plazo.
Su posición en ese sentido es tranquilizadora, diligente, y su constante receptividad a las reacciones de otros especialistas y de la ciudadanía, aun incluyendo a neófitos susceptibles de alarmarse por cualquier señal que resalte la reconocida vulnerabilidad humana al atroz virus SARS-CoV-2.
Procede medir las reacciones de los infectados ya vacunados por completo de los que debe esperarse que no deriven a condiciones de gravedad y defunción porque la inmunización por fármacos no evita adquirir la enfermedad.
Una medición de la efectividad de las vacunas en uso, al que ya se procede, determinará el tiempo a transcurrir antes de terceras inoculaciones.
Sin caer en pánico. Sin bajar la guardia ni permitir anticipadamente las rupturas de distancia.
Comprometiendo a entidades públicas y privadas a combatir en sus ámbitos la renuencia a vacunarse –generadora de vectores- en nombre de la salud colectiva. El libre albedrío (individualismo) no debe conducir a grave peligro para los demás.
Un malecón traumatizante
Los capitaleños y sus muchos huéspedes del lar nativo y del turismo extranjero, no deben resignarse a la permanencia de la afrenta de degradación vial que causa el constante fluir por la avenida George Washington de grandes, pesados y contaminantes vehículos de carga, a los que ni siquiera el toque de queda despoja de autorización a la circulación libre. Urge restringirlos a un reducido horario de la madrugada.
Es cuando menos amenaza a la seguridad del tránsito y a la preservación del ornato supondría para esta colectividad impedida de disfrutar de una espléndida cercanía al mar y de una espaciosa hospitalidad para el esparcimiento creada con inversiones públicas que máquinas rodantes de mal aspecto y conducción temeraria echan por suelo como si no existieran rutas alternativas y una circunvalación puesta ahí.
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