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Mario Vargas Llosa y su nivel de realidad

Mario Vargas Llosa y su nivel de realidad



Por: Rafael Núñez


El 11 de noviembre de 2013 publiqué en el periódico Diario Libre siguiente artículo que recobra relevancia a partir de que distintos hacedores de opinión pública criticaron acremente el otorgamiento de la nacionalidad al Premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa, a propósito de una visita al país.

Reivindico lo dicho hace 10 años, al tiempo de manifestar que la nacionalidad se le ha concedido al literato, orgullo del continente por su dominio de la prosa y sus aportes a la literatura. El gesto no le quita ni al que la otorgó ni al que la recibió. Los dejo con el trabajo que publiqué:

Las comunidades política e intelectual dominicanas han reaccionado airadas, acusadoras y en pie de guerra, al enterarse del contenido de un artículo del escritor Mario Vargas Llosa contra el país, en el que emite juicios de valor contra los dominicanos, catalogándonos de nazis y racistas, aunque en sus adentros él sabe que sus acusaciones no se corresponden con la realidad de ninguno de los países que forman parte del conglomerado de naciones libres, soberanas e independientes, donde imperan los valores de respeto a los derechos humanos, democracia y pluralidad política; el mundo real del que República Dominicana no es la excepción.

Mario Vargas Llosa debe estar consciente de que la literatura y la política son dos actividades humanas que, si bien han caminado de la mano en la vida de grandes personalidades del mundo, y de manera especial de respetables latinoamericanos, el éxito de la primera no se traspasa fácilmente a la segunda.

Se puede, sin temor a equívocos, tener una postura política-ideológica, tan zigzagueante y fracasada como la del escritor de “La Casa Verde” y, al propio tiempo, tener la gloria de ser uno de los mejores artistas de la lengua española, como lo es Mario Vargas Llosa, de origen peruano, con nacionalidad española, un maestro de la narrativa, un artista de la ficción y del ensayo.

Vargas Llosa no bajará de sus alturas literarias, y nadie podrá socavarle el bien ganado prestigio, y mucho menos borrarlo, méritos que se ha granjeado desde iniciado en el mágico mundo de la ficción y en el amplio ámbito del ensayo. Al autor de “En busca del tiempo perdido” es reconocido por el formidable manejo de la prosa en su más alta expresión, capaz de construir fascinantes historias y personajes, con un gran ingenio creativo.

Su estatura de escritor no le disminuye por el hecho de que tilde de falta de equidad la decisión del Tribunal Constitucional, pues es tan soberana su opinión como las decisiones del Constitucional dominicano; ni se disminuye como eficiente hacedor de historia porque arremeta contra el arzobispo Nicolás de Jesús Cardenal López Rodríguez, a quien llega a calificarlo de prehistórico, sin respeto alguno. No debemos sorprendernos de los arranques de Vargas Llosa, pues el también Premio Nobel colombiano Gabriel García Márquez es testigo desafortunado de su actitud. El 12 de febrero de 1976, fecha en la que se estrenaba en el Palacio de Bellas Artes de la ciudad de México la película “La odisea de los Andes”, con guión del escritor peruano, éste le dio un puñetazo a García Márquez que cayó redondo ante la mirada de asombro de los asistentes. Que se sepa, aún no le ha pedido excusa.

Yerran quienes piensan que el autor del reciente artículo “Los Parias del Caribe”, es el mismo de “La ciudad y los perros”, “La Civilización del espectáculo”, “Cartas a un joven novelista”, “El sueño del Celta”, entre otras celebradas obras de Vargas Llosa, escritas en el discurrir de su vida como escritor, consagrado con el otorgamiento del Premio Nobel de Literatura 2010, justo y merecido premio.

No. No es el mismo Vargas Llosa, creador de ingeniosas historias, que en ellas logra con gran acierto el dominio de la técnica novelesca para lograr belleza, dramatismo, color, sutileza, sugestión y lo que él llama “alcanzar la invisibilidad” del narrador en la construcción de una novela.

“Los parias del caribe”, insisto, publicado en su columna “Piedra de toque”, en el diario El País, no es una obra literaria, en la que Vargas Llosa hace su interpretación, utilizando espacio, tiempo, nivel de realidad, planos, ficción, personajes, punto de vista, interpretación de la realidad del autor, manejo del lengua, tratando de ser invisible. Esta columna fue otro intento fallido del escritor peruano por hacer política desde una opinión, donde no se puede ser invisible.

Hay que preguntarse, ¿qué plano asumió Vargas Llosa para tirar una aquello sobre la República Dominicana? Escogió el más fácil para un escritor exitoso como él: la ficción o fantasía para con una realidad tan abrumadoramente compleja y diversa, como la relación histórica de República Dominicana y Haití, querer construir una fantasía, sabiendo como él ha dicho que (….) “ficción se mueve solo dentro de un número limitado de niveles de realidad (…).

Al incursionar en este tema de la migración haitiana hacia nuestro país, Vargas Llosa se dejó seducir de la literatura, y de manera especial de su mundo imaginario, como si tratase de escribir una novela.

Quien lee su artículo, le puede parecer que el plano espacio-temporal que prevalece en el imaginario de Vargas Llosa tiene que ver más con el pasado cuando los haitianos eran traídos por camionadas a los bateyes del CEA, desde la Era de Trujillo hasta finales de los ochenta, sin percatarse de que ese emporio azucarero con su lastre de crueldad con los haitianos, hace tiempo que es piezas de museo. En su denuncia contra la sentencia, el escritor no estuvo bien informado sobre el nivel de realidad actual migratorio en el siglo XXl.

Quien analiza el artículo de Vargas Llosa, llega a la conclusión de que, al margen del conocimiento sobre los temas dominicanos desde que llegó al país por primera vez en 1974, el contexto, la desinformación son datos de otros, para hacer que Vargas Llosa incursione de manera desafortunada en un tema político y social, como el migratorio acerca del cual un tribunal soberano emitió una sentencia.

El desatino que atribuye el Premio Nobel de Literatura 2010 a los jueces del Tribunal Constitucional, sin que él sea abogado constitucionalista, por las erradas informaciones que se le suministraron, le llevó a plantear una visión parcial del problema. Y es que no es igual hacer literatura e incursionar en los temas políticos y sociales. Es cierto que el narrador no solamente escribe para entretener con sus historias, sino para plantear, sobretodo, su visión del mundo y de los acontecimientos que ocurren a su alrededor. No negamos tampoco de su vasto conocimiento de los acontecimientos universales y de la visión amplia del mundo que tiene.

Pero no está demás enfatizar que la política y la literatura, a pesar de que son actividades humanas en las que grandes personalidades incursionan en ambas, se ha demostrado que al final de la vida, una queda supeditada a la otra. En el glosario de intelectuales, encontramos hombres y mujeres en los dos mundos, aunque parece más que imposible el dominio estricto de los dos.

La práctica política, y la visión que se forja el hombre de la primera, requieren de tanta dedicación como en el mundo creativo de la literatura. Por eso, no puede sorprendernos que cuando Mario Vargas Llosa ha intentado dar el salto del mundo literario en el que nada como pez en el agua, al terreno político, no ha tenido la fortuna de ganar un Premio Nobel.

Vargas Llosa se dejó seducir de la literatura, y su mundo imaginario.

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